
Artículo publicado por nuestro compañero Pedro Lomas en CTXT
Es importante no olvidar que los problemas ambientales que sufrimos no se circunscriben sólo a la crisis climática, sino que también está en juego, entre otras, la crisis de la biodiversidad. Ambas crisis forman parte de un grupo de fenómenos que se conocen con el nombre de cambio global, cuya causa principal es el incremento de la acción del ser humano sobre los ecosistemas y su aceleración.
Esta crisis de la biodiversidad de la que hablamos nos ha deparado uno de esos momentos históricos que marcan a toda una generación: la covid-19, una crisis sanitaria, y no sólo, de la que una lista interminable de científicos y expertos, que se vuelven a lamentar por haber tenido razón y no haber sido escuchados, ya habían avisado. Podríamos mencionar, por ejemplo, a la propia Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de Naciones Unidas que, en un ya lejano 2005, advertía de que la destrucción y degradación de los ecosistemas podía ser un elemento clave en la aparición de nuevas enfermedades, lo que hacía que Naciones Unidas incorporase esta idea masivamente dentro de las Conferencias de la Partes de sus convenios internacionales. O a un estudio publicado en la revista Nature en el año 2010, que advertía de que las pérdidas de especies en los ecosistemas provocan el aumento de agentes patógenos, organismos que causan enfermedades, y esto podía tener dimensiones mundiales si no se tomaban medidas drásticas. También en 2016, el think-tank de estudios estratégicos Instituto Elcano señalaba la “…incertidumbre sobre la naturaleza segura de los procedimientos agrícolas, ganaderos, industriales y biotecnológicos…” como fuente potencial de grandes epidemias a nivel mundial. Al año siguiente, los expertos que asesoraban al multimillonario Bill Gates en su fundación, advertían de que, si no se tomaban medidas drásticas ya, había que temer una pandemia mundial con algún patógeno respiratorio muy letal. Incluso en 2018, el propio director de la Organización Mundial de la Salud, el etíope Tedros Adhanom, inmunólogo de profesión, alertaba de que la pregunta a hacerse en este caso no era si se produciría una epidemia de algún tipo de nueva gripe o no, sino más bien cuándo ocurriría esto.
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