Acaba de publicarse el Global Risk Report 2020, elaborado anualmente por el World Economic Forum para valorar los principales riesgos y tendencias de la economía global. Un interesante documento que sirve para ver como organismos internacionales, nada sospechosos de sensibilidades ecologistas, evalúan determinadas cuestiones.
La cuestión es que desde hace un lustro las cuestiones ambientales han ido ganando peso, hasta convertirse en la principal amenaza. En primer lugar se encontraría el cambio climático, seguido de otras problemáticas relacionadas como la pérdida de biodiversidad, los fenómenos climatológicos extremos o los desastres naturales. Y entre los factores no ambientales destacaría el uso de armas de destrucción masiva, ligado a las crecientes tensiones geoestratégicas, las cuales en muchas ocasiones encubren cuestiones relacionadas con el control de los recursos naturales.
Algunos datos llamativos relacionados con la economía serían como el estrés económico mundial y los daños causados por desastres naturales en 2018 sumaron 165 mil millones de dolares, y el 50% de ese total no estaba asegurado. También resulta interesante ver como más de 40 bancos centrales y supervisores están examinando cómo se pueden integrar los riesgos climáticos en sus actividades económicas y financieras. El Banco de Inglaterra advirtió que las corporaciones en las industrias «sucias» establecidas pueden llegar a la quiebra si no comprenden el riesgo de sus modelos de negocio se vuelven obsoletos a medida que la inversión huye hacia modelos alternativos.
La pérdida de biodiversidad es más grave y acelerada que nunca en la historia humana, especialmente relevante resulta la pérdida de insectos. Un escenario que pone en riesgo, a medio plazo, a sectores económicos como la agricultura, las farmacéuticas pues el 50% de los medicamentos se desarrolla a partir de productos naturales. El informe plantea que las empresas están infravalorando el impacto de la pérdida de biodiversidad sobre su actividad.
Otro riesgo reseñable es que distintos países puedan optar por aplicar medidas de geoingeniería de forma unilateral. Si no se implementan políticas climáticas regionales o mundiales eficaces, aumenta el riesgo de que los países decidan probar medidas como la fertilización oceánica o la inyección de aerosoles estratosféricos.
Y por último, resulta muy interesante ver como se valora de forma determinante la movilización ciudadana, poniendo especial énfasis en el papel de la juventud y la creciente legitimación social de la desobediencia civil, especialmente a partir de la expansión de Extinction Rebellion.
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