Artículo publicado por nuestro compañero Jose Luis Fdez. Casadevante Kois en EL DIARIO
Al terminar la Segunda Guerra Mundial hubo centenares de soldados japoneses que tras la rendición oficial siguieron combatiendo en las islas del Pacífico, primero contra las fuerzas aliadas y posteriormente contra la policía local. Mantuvieron las hostilidades durante años, y hasta décadas, a pesar de que se lanzaban octavillas desde aviones o se les mandaban mensajes por megafonía. Al perder la comunicación y no haber recibido una orden directa de sus superiores, no se fiaban de nadie.
Ya fuese por fanatismo o por miedo al deshonor, estos rezagados seguían luchando sin querer asumir o creer que habían perdido la guerra. Muchos se negaban a aceptar un resultado que no era cuestionable u opinable. Siempre que pienso en el urbanismo de Madrid se me vienen estos rezagados a la cabeza, veo a sus principales responsables defendiendo de forma vehemente un modelo de ciudad fracasado. No son los únicos, pero probablemente sean los más aplicados.
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