Artículo publicado por nuestro compañero del Foro Florent Marcellesi en El Confidencial.
La emisión el pasado domingo del programa ‘Salvados’ ha puesto en el centro del debate los peligros de la producción de carne ‘low cost’. Nuestro sobreconsumo y sobreproducción de carne es simplemente insana, insostenible y nada respetuosa con los animales.
Los datos son claros: si queremos que nuestra dieta sea saludable y sostenible, no debemos superar los 20 kilogramos de carne. Es decir, teniendo en cuenta que una persona en España consume de media 50 kilogramos de carne al año, significa que debemos reducir a más de la mitad nuestro consumo.
¿Cuáles serían las consecuencias de no hacerlo?
Menos salud
Es conocida la relación entre consumo de carne roja y procesada con casos de diabetes, enfermedades cardiovasculares y varios tipos de cáncer. Pero hay más. La industria cárnica chuta a los animales con antibióticos, lo que provoca el desarrollo de bacterias resistentes que son transmitidas a las personas. Tan grande es el abuso y el riesgo para la salud pública que la Organización Mundial de la Salud ha pedido limitar su uso en animales para consumo humano. Todo un reto cuando sabemos que en España el 84% de los antibióticos que se usan se destinan a la ganadería industrial.
Menos derechos laborales y empleo
El programa ‘Salvados’ mostró las condiciones laborales que se dan en mataderos, en su mayoría en régimen de subcontratación, precariedad laboral y estrés psicológico. Por si fuera poco, el desarrollo incontrolado de las macrogranjas supermecanizadas destruye empleo en el mundo rural: ¡4 veces menos empleo en estas industrias intensivas que en las pequeñas explotaciones! Mientras por un lado exportamos nuestros productos cárnicos, por el otro nos quedamos con los costes sociales.
Menos bienestar animal
Solo en España se sacrifican tantos cerdos como habitantes hay en nuestro país y más aves de corral que habitantes en la Unión Europea. Con esta masificación industrial dominada por las grandes corporaciones, los animales no son seres sintientes que viven en el campo sino meras cosas y mercancías confinadas en naves industriales. Si alguien hiciera a su perro lo que la industria cárnica le hace a un cerdo, una vaca o un pollo, acabaría en la cárcel.