
Artículo de nuestro compañero Florent Marcellesi publicado en Green European Journal
Los líderes mundiales y los inversores privados se pelean por hacerse un hueco en la fiebre del oro de la inteligencia artificial. La irrupción de la china DeepSeek ha sacudido momentáneamente el dominio estadounidense en el sector, mientras la UE trata de ponerse al día sin perder de vista los riesgos de un avance tecnológico sin control. Pero para que la IA cumpla su promesa de impulsar una revolución ecológica y socialmente justa, su modelo actual necesita un replanteamiento de base.
Hoy la herramienta favorita de la internacional reaccionaria y negacionista occidental es la motosierra. Pero ¿qué pasaría si esta motosierra mecánica diera un salto tecnológico y fuera además controlada por la Inteligencia Artificial (IA)? En un mundo incierto e inestable donde las motosierras iliberales y climato-escépticas de Donald Trump, Javier Milei y Viktor Orban se han aliado con la oligarquía tecnobro de Silicon Valley, esta pregunta es central para el devenir de nuestras democracias y del planeta.
Y tampoco es una pregunta tan nueva. Cualquier nueva tecnología en el campo de la información que ha surgido a lo largo de la Historia plantea retos complejos para Sapiens. Por ejemplo, ¿han representado una mejora democrática y social la invención de la radio y la televisión? Pues resulta que han sido usadas tanto para fines democráticos como totalitarios, ya sea por ejemplo para la resistencia francesa desde Radio Londres o para el cine propagandístico nazi de Leni Riefenstahl. Como bien recuerda Yuval Noah Harari, “la información no es la verdad. Su principal tarea es conectar más que representar, y las redes de información a lo largo de la historia han privilegiado a menudo el orden sobre la verdad. (…) Más información, irónicamente, puede resultar a veces en más caza de brujas”1. Avisados estamos, hay antecedentes.
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