
Artículo de Antonio Serrano en la Revista Sistema
¿Catástrofe democrática?
El 27 de noviembre, el CIS[1] publicaba los resultados de una encuesta en la que se valoraba la situación actual del mundo, encontrando que el 68% de los encuestados la valoraban de forma pesimista. El 66,2% asegura que ha pensado alguna vez que España podría verse involucrada en una guerra los próximos años. Y el mayor miedo del 76,8% del 23% que reconoce algún miedo o temor, son las guerras o conflictos actuales, aunque en un marco global en el que el 76,9% de los encuestados se consideraba más bien optimista sobre el futuro. No obstante, solo el 33,1% de los encuestados cree que se vivirá “mucho mejor o mejor” en el futuro que ahora, frente al 54,6% que se vivirá “peor o mucho peor”.
Giulano da Empoli en su obra “La hora de los depredadores”[2], señala que, en 2012, la contribución a través de internet de Eric Schmidt, a la que se preveía difícil reelección de Obama, fue histórica y marcó el inicio de una nueva era en el condicionamiento electoral. Decenas de ingenieros prestados por Google, Twitter, Facebook y muchas otras empresas de Silicon Valley, trabajaron en la creación de la base de datos electorales más amplia que jamás se haya visto, identificando, para cada circunscripción, a cada uno de los 69.456.897 electores que le votaron en las anteriores elecciones. Una vez caracterizado cada elector a través de la información disponible en las redes sociales y de consumo de sus empresas (firma digital) se les calificó de cero a cien. Cero para el que seguro no iba a volverle a votar. Cien para el votante seguro. Para ganar las elecciones, la campaña se centró, para las circunscripciones bisagra con posibilidades de victoria, en los electores valorados entre el cuarenta y cinco y el cincuenta y cinco por ciento, dirigiéndose individualmente a cada elector mediante sucesivos mensajes que mostraban que las políticas de Obama se adaptaban a sus ideas e intereses. Aunque Obama perdió tres millones y medio de votos, obtuvo el 51% que le permitió ser reelegido.
Si la campaña electoral de Obama de 2008 fue la de internet como herramienta de comunicación, la campaña de 2012 fue la de internet como herramienta de información. Como señala Giulano (pág. 130) “Si la victoria de 2008 tenía un claro componente político, la de 2012 fue esencialmente técnica.”
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