Nuestro compañero Antonio Serrano publica este artículo en EL DIARIO.
Los datos se conocen: desde 2015, con un record en 2016, y los cinco años más cálidos en la historia escrita del planeta hasta 2020, se ha superado el calentamiento medio global en 1,1ºC respecto a la media preindustrial. Siguiendo la tendencia actual, en 2030 estaríamos en el entorno de los 2ºC. Los informes científicos prevén que los efectos de ese calentamiento, y del cambio climático asociado, crezcan exponencialmente con el incremento de temperatura, concretándose en España en fenómenos meteorológicos extremos del tipo de los que desde el verano de 2019 estamos teniendo buena cuenta, con las consecuencias de la borrasca Gloria como último ejemplo paradigmático.
Sociedad capitalista de consumo, calentamiento global, ruptura de equilibrios ecosistémicos, desigualdades, incremento del malestar de la población y auge de la extrema derecha son factores cada vez más interrelacionados en este principio de década, en los que el transporte aparece como nexo imprescindible: es responsable del orden del 28% del consumo de energía global y del orden del 23% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), con un crecimiento sostenido en estos porcentajes. Es también la base y sustento de la globalización y de las exportaciones/importaciones de GEI, con el transporte marítimo, aéreo y de mercancías por carretera como principales orígenes de los mismos. Además, desde el año 2000 el número de muertos por accidentes de tráfico se mantiene en el entorno de 1,24 millones de personas, y sus efectos sobre las emisiones contaminantes le hacen responsable de unos siete millones de muertes prematuras al año en el planeta, con unas 10.000 muertes prematuras al año en España, según la Organización Mundial de la Salud (OMS); estimándose, además, que el ruido causa cada año en Europa 16.600 muertes prematuras y más de 72.000 hospitalizaciones, especialmente por culpa del tráfico. Riesgos que inciden fundamentalmente sobre niños y tercera edad, de número creciente en nuestras ciudades envejecidas. Seguir leyendo