En esta ocasión tuvimos una discusión sobre la valorización de los servicios ambientales y conservación de la naturaleza. El objetivo era plantear una visión amplia de qué significa realmente, y qué potencial real tiene este tema, si es que tiene alguno, en un contexto de transición ecosocial o de elaboración de propuestas en este sentido. La idea era no tanto discutir sobre políticas de conservación donde el dinero tiene un papel (dinero para la conservación, PAC, ecotasas, subvenciones, etc.), sino más bien sobre los abordajes a la conservación que se están planteando desde el mercado.
Un debate introducido por dos miembros del Foro Transiciones: Antonio Serrano y Pedro Lomas.
Antonio Serrano planteaba que el interés de estas valoraciones pasa por tener herramientas para cuestionar el PIB y poder realizar valoraciones aproximativas del patrimonio natural. A pesar de la complejidad del tipo de información, la contradicción existente en las fuentes o la fiabilidad limitada en términos absolutos.
Lo cual no quita interés en términos relativos si se mantienen rigurosos protocolos que los hagan fiables. Antonio presentó algunos trabajos que impulsó desde el Ministerio de Medio Ambiente como el Corine Land Cover, Inventario de Patrimonio Natural y Biodiversidad o el Programa VANE, o la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio EME, que con sus imperfecciones permitían aproximaciones relevantes para comprender la realidad.
El énfasis en el protocolo es central para lograr datos que sean objetivos, estables, comparables y comprensibles. Una forma de tener valoraciones que sirvan para internalizar costes y externalidades negativas de acciones humanas y actividades económicas. Indicadores cuyo valor principal es orientar la toma de decisiones políticas y no tanto su absoluta capacidad para repersentar la realidad, como pasa con otros indicadores como la huella ecológica o la biocapacidad.
Pedro Lomas, más crítico, planteaba como la noción de servicios de los ecosistemas ha desplazado al desarrollo sostenible como concepto, convirtiéndose en el nuevo paradigma hegemónico. Y el riesgo es el abuso de las metáforas económicas que se hace, cuyo abuso puede intensificar una perspectiva instrumental de la naturaleza. Además de un enfoque que en muchos casos sostiene la posibilidad de que estos eenfoques ayuden a corregir desajustes del sistema, más que a denunciar la inviabilidad actual del vigente sistema de producción y consumo.
Muchas de estas valoraciones tienden a monetarizar la conservación y encerrar la reflexión en un “realismo” que se traduce en un lenguaje de coste beneficio, para resultar comprensible, en una fe en el mercado que termina por hacer funcionales las valoraciones a perversos mecanismos de mercado que ayudan a ponerles precio y mecantilizarlos.
El debate nos llevo a discutir sobre la dimensión sociocultural de la valoración monetaria y las derivas mercantilizadoras, la necesidad de “medir para gestionar”, la utilidad comunicativa de estas valoraciones sobre la escala de estas valoraciones y si son más interesantes a escala micro que macro, los debates sobre patrimonio natural o capital natural…
Un debate que nos lleva a tratar de recoger estas reflexiones en algún futuro texto de la colección TIEMPO DE TRANSICIONES…