Artículo publicado por nuestro compañero Antonio Serrano en SISTEMA.
¿Qué habrá pensado un ciudadano de Chicago cuando la temperatura exterior se situaba en menos 29ºC y su vida y los servicios públicos se veían totalmente trastocados por la ola de frio extremo que azotaba la región? ¿Quizás reflexionaba como Donald Trump cuando ironizaba desde su absoluta incultura “interesada”, sobre donde estaba el cambio climático? Tal vez en Australia, donde se han llegado a superar los 49ºC corroborando la sensación de impotencia del ser humano común, tanto en un lado como en el otro, para adaptarse a condiciones externas extremas.
Pero las noticias ocupan nuestros medios de comunicación dos o tres días y rápidamente son sustituidas por otras noticias “más interesantes” o, sólo, más actuales. Ayer era Julen, hoy es el “relator” y la previsible intervención militar de Estados Unidos en Venezuela, que ahora se contempla con increíble “normalidad” y que, naturalmente, como en los otros muchos casos de la historia del mundo (Yemen, Siria, Irak, Afganistán,…) vendrá justificada internacionalmente (ahí estarán Brasil y los acompañantes que sean precisos para encubrir lo que haga falta) porque la derecha siempre tiene claro sus intereses y sus intenciones, que no son precisamente los de resolver los graves problemas de los venezolanos a los que ha conducido un gobierno claramente incompetente.
La volatilidad de las noticias tiene la ventaja para los beneficiados por el estado de las respectivas cuestiones, de que impide centrar la atención en nada; y, sobre todo, impide la reflexión en profundidad sobre ninguno de los problemas que nos afectan. La política de “tweets” de Donald Trump es, de nuevo, un ejemplo paradigmático del proceso que se extiende imparablemente también por el resto del mundo. La demagogia populista pseudofascista sustituye al conocimiento y a la razón. La generación de odio al distinto intenta culpabilizar a éste de un malestar cuyas causas son objetivas y resultado de una determinada sociedad, donde el neoliberalismo unido a una sociedad de consumo capitalista global, han depauperado las condiciones de vida de muchas personas en sociedades como la española, poniendo en cuestión, fundamentalmente, las posibilidades de mejoras en las condiciones de vida de las próximas generaciones.
Desde el conocimiento podemos explicar que el desplazamiento del “vórtice polar” no es nuevo (en los últimos cuarenta años se ha producido en cuatro ocasiones: 1985, 1989, 2014 y 2019) y que no se detecta una regularidad científica que permita afirmar, por ahora, que su causa es el cambio climático asociado a las emisiones de gases de efecto invernadero; si bien es muy probable que el incremento medio de más de un grado centígrado en la temperatura global del planeta influya en la producción de fenómenos extremos como los antes señalados, cuyo incremento en número y magnitud está clara y perfectamente documentado.
Cuando en relación a la prospectiva territorial y urbana explico a mis alumnos el famoso “efecto mariposa” señalado por Edward Lorenz (1963) según el cual el cambio en el batir de las alas de una mariposa, provocado por una acción inesperada, termina modificando a largo plazo el estado general de la atmósfera y climatología mundial, las sonrisas e incredulidad asoman a sus rostros. Sin embargo, el concepto de sensibilidad a las condiciones iniciales es uno de los principios básicos de la física en lo que atañe a la explicación de la turbulencia y el caos. Y que, pese a ello, como señaló Poincare mucho antes, a fínales del siglo XIX, la meteorología sería capaz de predecir el tiempo para un cierto plazo con un grado de precisión suficiente, como constatamos en la actualidad.
La multiplicación de sensores, el “big data” y el “mining data” junto a los algoritmos adecuados y, cada vez en mayor medida la inteligencia artificial y el machine learning, están colaborando en avances en el conocimiento y previsión del clima con probabilidades de éxito creciente. Y también los mismos mecanismos, técnicas y procesos nos están permitiendo avanzar en la definición de Escenarios (siempre en plural y asociados a una cierta probabilidad cada uno) Socioeconómicos y Territoriales prospectivos.
Pero volviendo al calentamiento global y las necesidades de su urgente adaptación al mismo por parte de sociedades como la española, hay que señalar los avances en el conocimiento derivados de la existencia de los servidores climáticos asociados, en la UE, a Copernicus Climate Change Service (C3S) que, junto con el Copernicus Atmosphere Monitoring Service (CAMS), ambos incorporados a “The Copernicus Programme” (Europe’s Eyes on Earth) (https://climate.copernicus.eu/). Y su gran utilidad para predicciones y construcción de los Escenarios señalados.
Resumiendo, las últimas noticias contrastables en C3S y CAMS, se puede afirmar que, de nuevo, 2018 ha sido un año excepcionalmente cálido a nivel mundial (junto con los tres años define el periodo más caluroso del que hay constancia) y que las concentraciones atmosféricas de CO2 han seguido aumentando también en 2018 y a mayor ritmo que en 2017.
El resultado es que se puede afirmar, siguiendo lo señalado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, que, en su conjunto, la temperatura media global del último lustro ya fue 1,1ºC más elevada que la media preindustrial. Y un aspecto particularmente preocupante por su incidencia sobre los riesgos del incremento de las alturas de las olas en temporales del litoral, está en el hecho de que el calentamiento más pronunciado -en comparación con la media histórica- se dio en el Ártico, particularmente en el estrecho de Bering y al norte del mismo, entre Estados Unidos y Rusia y alrededor del archipiélago Svalbard.
Todos los datos nos llevan a una realidad urgente: son necesarias políticas de adaptación y de resiliencia socioeconómica que eviten mayores niveles de malestar en la población como consecuencia de los inevitables efectos derivados del calentamiento global –y cambio climático asociado- que ya la humanidad tiene crecientemente difícil revertir. Costas, recursos hídricos, áreas en riesgo de inundación, riesgo de golpes de calor en las ciudades, incendios, contaminación e incremento de la pérdida de salud urbana, son otros tantos riesgos a prevenir, paliando sus previsibles efectos negativos, de forma urgente.
Tenemos que ser conscientes de que, entre otros aspectos, vamos a tener menores recursos hídricos en España y que el regadío tendrá que adaptarse a una situación de escasez creciente; con sequías extraordinarias que no sólo afectarán a potenciales riesgos de abastecimiento a la población (de fácil previsión y subsanación relativa) sino también a nuestro patrimonio natural, de mucha más difícil respuesta ante la presión de evitar pérdidas a los regantes, pero con efectos potenciales desastrosos para los ecosistemas y sus beneficios sobre el bienestar y salud de los ciudadanos.
Y, mientras, en Andalucía (siguiendo el error que ya cometió el PSOE en 2008) se elimina la Consejería de Medio Ambiente para incluirla, subordinada, en una Consejería que realmente, es de agricultura, cuyos legítimos intereses habrían de situarse en un marco a largo plazo que considere los riesgos de insostenibilidad de su situación ante los Escenarios de Cambio Climático previsibles, dando soluciones a los inevitables problemas que previsiblemente se producirán sobre los regantes y sobre el medio rural en su conjunto.
El Ministerio para la Transición Ecológica también en este aspecto parece haberse puesto las pilas, estando analizando cómo afrontar una Transición hídrica coherente con esos Escenarios de futuro. Se sumaría este enfoque al derivado de los cambios normativos en materia de Transición Energética y Cambio Climático, y al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 que Pedro Sánchez y la propia ministra han señalado que se está a punto de presentar y que movilizaría del orden de 235.000 millones de euros durante 2021-2030.
Se necesita, como el Presidente señaló recientemente, que España esté “decidida a contribuir a una economía global, justa y ecológica”. Y también se necesita que lo demuestre en todos sus actos, antes que el malestar sea la norma y la racionalidad y soluciones basadas en el interés general sean sustituidas por el pseudofascismo de derechas, el odio al otro y la intransigencia social de moda en la derecha española.