“Somos la primera generación que siente las consecuencias del cambio climático y la última que tiene la oportunidad de hacer algo para detenerlo” proclamaba Obama en 2015, impresionado por la contundencia de la información científica. Han hecho falta 40 años, desde la publicación del informe “Los límite del crecimiento” del Club de Roma, para que las élites mundiales reconozcan que, de no afrontar una profunda y rápida transformación de nuestros patrones energéticos, de producción y consumo, enfrentaremos una gravísima desestabilización global de los ecosistemas y ciclos que sustentan la vida actual (nuestra vida) con gravísimas consecuencias sobre los diversos territorios, poblaciones y la consiguiente multiplicación de los flujos migratorios.
Es evidente que vivimos tiempos de emergencia y excepción, que habría que asumir transformaciones profundas antes de mediados de siglo y que una de las condiciones para evitar atravesar la línea roja del incremento de temperatura superior a 1,5ªC – 2ºC a finales de este siglo, algo que resulta ya casi imposible de eludir, exige revolucionar el binomio energía-clima para reducir los consumos, abandonar los combustibles fósiles e implantar sistemas renovables y mitigar drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) antes de 2050 (la Hoja de Ruta de la UE a 2050, que habrá que actualizar con mayor ambición tras la futura Cumbre de Bonn, establecía una reducción de los GEI del 80%-95% con relación a 1990).
En este marco, el Gobierno de España ha planteado un proceso de participación sobre la futura Ley del cambio climático y de la transición energética, vía encuesta en Internet, que nos parece claramente insuficiente y hemos considerado imprescindible aclarar y definir aspectos fundamentales que aquella no posibilita. A ello va dirigido este escrito.
La energía y el clima en España
El binomio energía – cambio climático se ha convertido en un tema capital en nuestro país. Entre el 75% y el 80% de las emisiones de GEI emitidas proceden de la quema de combustibles fósiles y hablar de energía y clima en España obliga a considerar la insostenibilidad de las lógicas de un desarrollo socioeconómico basado en combustibles escasos, caros y, además, con impactos ecológicos y climáticos inasumibles.
En el campo energético, las contradicciones son especialmente relevantes según los propios datos del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital: intensidad primaria superior a la media europea; fuerte dependencia de combustibles fósiles (75% del total) y del exterior (73%); elevada carbonización de la economía a pesar de la crisis (emisión de GEI que es un 116% de los de 1990); vulnerabilidad y coste del suministro exterior de energía (más de 38.600 millones de euros y en aumento por la recuperación de los precios del petróleo); o significativa extensión en la “pobreza energética”; todo ello con importantes distorsiones inducidas por los intereses de los oligopolios energéticos.
A su vez, los impactos del cambio climático serán cada vez más importantes en un país con un clima caluroso y seco, amplias zonas áridas y un litoral de más de 8.000 kilómetros, la mitad de playa, costa baja y zonas artificializadas por procesos masivos de urbanización que se verán sometidas cada vez a más y mayores temporales marítimos. De hecho, más del 45% de los principales ecosistemas se encuentran en mal estado y del orden del 80% del territorio afronta distintos niveles de riesgo de desertización a finales de siglo, agudizando los problemas de unas ciudades dependientes del coche, fuertemente contaminadas y cementadas, donde los golpes de calor y la inadecuación energética de la mayoría de sus edificios entrañan graves riesgos para la salud de sus habitantes.
Rasgos de la transición que necesitamos.
Otorgar el tratamiento jurídico-constitucional adecuado a la cuestión energético-climática con carácter de urgencia y excepcionalidad para, más allá de las interferencias oligopólicas de las empresas energéticas, cumplir, como mínimo. los compromisos internacionales y asegurar la adaptación a un cambio climático cada vez más desestabilizador.
Dotarse de una Estrategia Integral Energética/Climática 2020/2030/2050 (a partir de ahora la Estrategia) para alcanzar escenarios de descarbonización y desmaterialización general antes de mediados de siglo, y, a la vez, impulsar con decisión el desarrollo del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) para optimizar la resiliencia del país, como máximo, en un par de décadas.
Para optimizar sus posibilidades, la Estrategia debería limitar los consumos superfluos y garantizar los necesarios para posibilitar una sociedad democrática, justa y ecológicamente sostenible. Asimismo, habría de dar prioridad a la transformación de los sectores, empresas y territorios/ciudades que concentren las mayores responsabilidades y vulnerabilidades energético/climáticas y favorecer la descentralización en red (distribuida) y el autoconsumo. La creación de una Agencia, de un Fondo Financiero y de un Observatorio sería imprescindible.
Las administraciones públicas y las ciudadanías habrían de jugar un papel esencial. La Estrategia y el PNACC solo se podrían llevar a la práctica a través de una estrecha coordinación entre todas las instituciones públicas (en conexión con una Unión Europea avanzada) que fuera activamente reclamada y apoyada por mayorías sociales
El Foro de Transiciones no quiere ocultar las enormes dificultades y resistencias que encontrarían las líneas de trabajo que aquí se exponen, pero también estamos seguros que están en juego aspectos claves de nuestras vidas y de las de las generaciones futuras. Será difícil, pero como apunta el documental a que hace referencia el título de este texto, “ahora o nunca”.
Foro Transiciones:
Alicia Torrego, Álvaro Porro, Andrés Gil, Ángel Martínez y González Tablas, Antonio Lucio, Antonio Serrano, Cote Romero, Fernando Prats, Florent Marcellesi, Jorge Ozcáriz, Jorge Riechmann, José Bellver, Lucía Vicent, Luís Álvarez Ude, Manuel Monereo, Marga Mediavilla, María Novo, María Eugenia Rodríguez Palop, Manuel Garí, Nerea Morán, Nuria del Viso, Olga Abasolo, Pedro J. Lomas, Víctor Viñuales, Yayo Herrero y José Luis Fernández Casadevante Kois.