Kate Raworth, en su obra la “Economía del Donut”, establece una interesante propuesta que permite aterrizar analíticamente el enfoque de la sostenibilidad de la vida.
Raworth propone un esquema para analizar condiciones de vida dignas, seguras y justas para toda la humanidad, lo que nosotras denominamos sostenibilidad de la vida humana.
En el borde exterior de una corona circular situamos los límites físicos del planeta, un techo medioambiental, que no deberíamos superar sin correr riesgos vitales – y que, como vimos, en este momento está superado en varias de sus dimensiones ; y en el interior se sitúa un suelo social de necesidades – equidad social y de género, el acceso a la alimentación, la salud, el agua o la energía, el empleo, la educación, etc.- , que, en caso de no quedar satisfechas, abocan a la precariedad y la exclusión. Entre ese techo ecológico y ese suelo social existe lo que Raworth denomina “un donut” en el que es posible construir una vida en común, justa y sostenible.
Una guía metodológica para pensar las transiciones ecosociales a partir del trabajo en ciudades como Amsterdam, Portland o Philadelphia.
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