La FAO ha presentado El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2018, aportando cifras preocupantes ya que se ha incrementado el número de personas en el mundo afectadas por la subalimentación o carencia crónica de alimentos, de 804 millones en 2016, a 821 millones en 2017, alrededor de una persona de cada nueve en todo el mundo.
La subalimentación y la inseguridad alimentaria grave parecen estar aumentando en casi todas las subregiones de África, así como en América del Sur, mientras que la situación de la subalimentación se mantiene estable en la mayoría de las regiones de Asia.
La inseguridad alimentaria que vemos hoy, además de contribuir a la desnutrición, también contribuye al sobrepeso y la obesidad, lo que explica en parte la coexistencia de estas formas de malnutrición en muchos países.
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Los datos recopilados este año continúan indicando un aumento del hambre en el mundo. Según los datos disponibles, el número de personas que padecen hambre ha venido creciendo durante los últimos tres años, volviendo a situarse en los niveles de hace una década. Algunos datos:
Ø Se estima que en 2017 el número de personas subalimentadas aumentó hasta los 821 millones: alrededor de una de cada nueve personas en el mundo.
Ø En torno a 151 millones de niños menores de cinco años de todo el mundo, o más del 22%, estaban afectados por retraso del crecimiento en 2017.
Ø La emaciación continúa afectando a más de 51 millones de niños menores de cinco años del mundo y estos niños tienen un mayor riesgo de morbilidad y mortalidad. Mientras que 38 millones de niños menores de cinco años sufren sobrepeso.
Ø La obesidad en adultos está agravándose y más de uno de cada ocho, o lo que es lo mismo más de 672 millones, son obesos. La desnutrición y el sobrepeso y la obesidad coexisten en muchos países.
Ø La inseguridad alimentaria contribuye al sobrepeso y la obesidad, así como a la desnutrición, y coexisten altas tasas de estas formas de malnutrición en muchos países.
Ø El escaso acceso a los alimentos hace que aumente el riesgo de bajo peso al nacer y retraso del crecimiento en los niños, que están asociados a un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad en etapas posteriores de la vida.
Ø La exposición a eventos climáticos más complejos, frecuentes e intensos de amenaza con menoscabar y revertir los avances realizados en la erradicación del hambre y la malnutrición.
Ø Además de los conflictos, la variabilidad y las condiciones extremas del clima se encuentran entre los factores clave del reciente aumento del hambre en el mundo y son algunas de las causas principales de crisis alimentarias graves.
Ø La nutrición es extremadamente susceptible a los cambios climáticos y, como resultado, soporta una pesada carga, como lo demuestran el deterioro de la calidad de los nutrientes y la diversidad en la dieta de los alimentos producidos y consumidos, las repercusiones en el agua y el saneamiento y los efectos en los patrones de riesgos sanitarios y enfermedad, así como los cambios en la atención maternoinfantil y la lactancia materna.
Ø Se deben acelerar las acciones y ampliar su escala a fin de reforzar la resiliencia y la capacidad de adaptación de los sistemas alimentarios, los medios de vida de las personas y la nutrición en respuesta a la variabilidad y las condiciones extremas del clima.