La respuesta mundial ante la crisis climática no se acerca ni de lejos a la escala necesaria para limitar el calentamiento a 1,5 °C. Si queremos alcanzar los objetivos marcados en el Acuerdo de París es crucial tomar medidas urgentes y de amplio alcance para transformar los sistemas alimentarios. Frente a unos gobiernos nacionales que se quedan cortos en sus medidas, el nuevo informe de IPES-Food destaca el papel de liderazgo de los ayuntamientos y las administraciones locales en el desarrollo de políticas pioneras y verdaderamente ambiciosas en materia de alimentación y clima.
Algunas conclusiones del informe:
Los gobiernos locales reducen las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la promoción y la garantía de acceso a dietas saludables y sostenibles, la reducción del desperdicio alimentario, el acortamiento de las cadenas de suministro, y el apoyo a la agricultura y la ganadería ecológicas. Además de reducir emisiones, estas políticas conllevan una importante serie de beneficios sociales, sanitarios, económicos y medioambientales.
Estas políticas para la reducción de emisiones de carácter holístico constituyen un modelo de acción en materia alimentaria y climática que pone en el centro la justicia social, la participación y la rendición de cuentas.
La labor que llevan a cabo las ciudades y regiones merece mucho más apoyo y reconocimiento, algo que están pasando por alto los gobiernos nacionales y las mesas internacionales de negociación sobre el clima. El elevado nivel de ambición de las iniciativas locales contrasta radicalmente con las acciones tenues y fragmentadas que los gobiernos nacionales están promoviendo en respuesta al cambio climático y a la transición alimentaria, tal y como queda patente en sus planes nacionales de acción por el clima establecidos con arreglo al Acuerdo de París, donde los sistemas alimentarios se ignoran de manera sistemática.
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