La crisis climática es un multiplicador de amenazas para el sistema alimentario mundial. Tal y como se desprende del Informe Índice global del hambre de 2019, la grave inseguridad alimentaria de las regiones más vulnerables: casi 822 millones de personas siguen subalimentadas y 149 millones de niños y niñas sufren de retraso en el crecimiento debido a la desnutrición. Los países afectados por la sequía y los conflictos en el África subsahariana registran los mayores aumentos en el número de personas subnutridas.
La crisis climática ligada a fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más habituales y severos, suponen un peligro para la producción de alimentos y la seguridad alimentaria. El resultado es que resulta probable que la producción de alimentos disminuya debido al aumento de las temperaturas, la escasez de agua, el aumento del CO2 y los eventos extremos, y pone como ejemplo la ya palpable disminución de los rendimientos del maíz y el trigo.
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