Nuestro compañero Florent Marcellesi publica este artículo en 20 Minutos
Hay una gran lección de esta crisis sanitaria: con un virus no se negocia y solo se puede combatir escuchando a la ciencia. Es la única alternativa realista y sensata. Y hoy toca aplicar esta enseñanza a una crisis aún mayor que la COVID19: el cambio climático. Así que, al igual que hemos aprendido a alinearnos con la ciencia para enfrentarnos a la emergencia sanitaria, también es hora de alinearnos con la ciencia para enfrentarnos a la emergencia climática.
En este sentido, los informes científicos de Naciones Unidas no dejan lugar a dudas. Nos queda apenas una década para evitar los peores escenarios del cambio climático y los compromisos actuales de reducción de gases por parte de los países no permiten en absoluto cumplir con el Acuerdo de París. Mientras este acuerdo climático, ratificado tanto por la Unión Europea como por España, apunta como meta no superar el aumento de 1.5ºC de temperatura al final de este siglo, con los compromisos actuales vamos directos a un aumento de 3ºC, ¡el doble! Esta dinámica pone en peligro la vida digna, o simplemente la vida, de millones de personas hoy y, aún más, mañana.
¿Cuál es la situación en España? Pues con el anteproyecto de Ley de Cambio Climático cuya llegada al Congreso celebramos, el Gobierno de coalición propone fijar como objetivo reducir un 23% sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2030, respecto a 1990. Teniendo en cuenta que haría falta reducir al menos en un 65% a nivel europeo para cumplir con el Acuerdo de París, y partiendo de un reparto entre países europeos basado no solo en el PIB per cápita sino también en las emisiones históricas de cada país, España tendría que reducir en un 55% sus emisiones para 2030. Y conseguir la neutralidad climática para 2040, no para 2050. Si bien el anteproyecto cumple con los (muy insuficientes) objetivos de reducción y la (muy discutible) metodología de reparto europeos, a día de hoy, no alinea a España con la ciencia, ni tampoco con la justicia climática a nivel global.
Por eso en sus respectivas propuestas de leyes climáticas, desde Los Verdes Europeos pedimos una mayor ambición a la Comisión Europea y, desde EQUO, una mayor ambición al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos. Además del 55% en 2030, esta ambición realista alineada con la ciencia se debería concretar en una transición energética más rápida y potente con, entre otras cosas, un sistema eléctrico 100% renovable en 2030, una reducción más sustancial de la demanda energética, el cierre de las centrales de carbón para 2025 y el final de la venta de coches de motor fósiles para el final de esta década. Pasaría también por reducir los vuelos domésticos, reforzando a la vez la alternativa en trenes para cubrir un mismo trayecto, así como establecer un impuesto sobre el queroseno y poner una moratoria a las grandes infraestructuras, como la ampliación del aeropuerto del Prat.
Además, apostemos por una Ley con capacidad de acción transversal en todos los sectores de la economía, empezando por los más intensivos en CO2 o energía como los actuales modelos agroalimentarios, turísticos, de la industria o de la construcción. Es prioritario acometer la transición hacia otro modelo agrícola y de alimentación basado en la agroecología y en circuitos cortos y de temporada de producción y consumo, con una reducción de la producción y consumo de carne; el cambio de modelo de turismo, desde el actual basado en el low cost y la cantidad hacia otro basado en la calidad y la sostenibilidad; o un plan de reindustrialización verde y la rehabilitación masiva de edificios y viviendas.
Como bien ha mostrado la crisis sanitaria, el modelo económico no es sostenible y ahora es el momento de cambiar de rumbo hacia una economía más resiliente y ecológica.
Sin duda, el anteproyecto de Ley de Cambio Climático apunta en la dirección correcta de la tan imprescindible transición ecológica y justa. Al mismo tiempo, le falta todavía la ambición necesaria para estar a la altura del reto climático y alineada con la ciencia, y así convertirse en una verdadera “Ley de Emergencia Climática”. Considerando además que esta ley debe ser una herramienta esencial de la reconstrucción verde y justa, desde EQUO mostramos nuestra entera predisposición a colaborar, trabajar y negociar para mejorar el texto propuesto. Al igual que ahora, de la crisis climática saldremos juntas y juntos.